Este es ajeno. De un amigo, Claudio G. Lo tuvo en mi casa, cuando yo vivía en Munro. En mi habitación había dos camas. En una estoy acostado yo; en la otra, Claudio G. Tanto en la realidad como en el sueño, porque es uno de esos sueños traicioneros que te hacen creer que estás despierto.
Claudio G cree estar despierto hasta que se percata de que la luz está encendida. Como recuerda que estaba apagada al momento de dormirnos, deduce que está en un sueño. Intenta levantarse y no lo logra. Está paralizado, pegado a la cama. Concentra toda su voluntad, pero sus músculos no responden. Me mira. Yo estoy acostado de canto, dándole la espalda. Intenta pedirme ayuda. No logra ni abrir la boca.
Sin voltearme, sin moverme siquiera, le pregunto con voz burlona:
—¿No te podés mover?
que fea sensación esa... me pasó
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