Estoy con dos hombres en el living de una casa. Parecen mellizos.
Les cuento que tengo un problema en el hombro.
Uno de ellos me dice que para eso es bueno clavarse un cuchillo atravesando el hombro de lado a lado y pasar por el agujero resultante una sábana, a modo de cuerda.
No me parece que eso sea bueno.
Intentan convencerme haciéndome una demostración. Uno de ellos le clava al otro un cuchillo —enorme, de carnicero— en el hombro del modo que me acaban de describir.
La tarea que efectúan no es fácil. Hay que forcejear mucho. La herida sangra. La sábana, blanca, está toda manchada.
El que es acuchillado no parece dolorido. Mientras hacen su trabajo, cada tanto me miran, buscando un gesto de aceptación de mi parte.
No están logrando convencerme.
Alcanzo a escuchar que uno de ellos habla por lo bajo con el otro.
"Tratá de agarrarlo", dice, refiriéndose a mí.
Despierto con el corazón galopando.
El "No me parece que eso sea bueno" es de una lucidez tal que mama mia.
ResponderEliminarImportantes.
Besos van
Jajaja. ¿Viste? ¡A mí no me engaña nadie!
EliminarBesos para vos.