Estoy en la que era mi casa en mi infancia. Mi padrastro me manda a comprar comida.
Salgo. Ando dos cuadras.
Llego a la misma casa, o a una réplica de ella.
En la vereda, trabajando con las plantas que hay en los canteros de adelante, está la ex novia de un amigo —una mujer que siempre me ha caído mal—. Veo que ha arrancado unas plantas que me gustaban.
Señala unas y me dice que son plantas de Asia.
—Las semillas vienen volando de allá —me dice—, con el viento. Caen en la tierra y después no pueden volver.
De pronto, veo que me ha crecido una planta en la pantorrilla. Parece una anémona, de distintos tonos de rojo y negro. Me está parasitando. Dentro de ella hay venas mías, que conectan su cuerpo al mío y lo alimentan de mi sangre. La manipulo. Me pregunto cómo cortarla sin dañarme.
con razón te caía mal
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